Mujeres y agua potable: un camino hacia la gobernabilidad inclusiva

Se debe generar políticas en las cuales se considere la diversidad cultural

Redacción: CAAP

septiembre, 2024

Tanto en los instrumentos jurídicos internacionales como en la Constitución ecuatoriana se reconoce la importancia del acceso al agua potable y al saneamiento como un derecho humano fundamental. A pesar de ello, según datos recientes, seis de cada diez personas en el país carecen de acceso a este recurso vital, es decir a agua de calidad. Esta situación se agudiza en las zonas rurales donde se presentan altos niveles de pobreza mismos que están representados en niñas y mujeres especialmente indígenas. El COVID-19 alertó sobre la importancia del acceso a agua de calidad, evidenciando las desigualdades estructurales a nivel planetario y la necesidad urgente de dotar de este servicio a las poblaciones más vulnerables. Otro fenómeno importante a destacar es el cambio climático, lo que ha generado una nueva ola de migración producto de los factores y consecuencias derivadas de la escasez del recurso hídrico, sequías, entre otros.

Las mujeres y niñas son quienes mayoritariamente proporcionan el agua en los hogares, la recogen, almacenan, reciclan, distribuyen, ahorran y evitan su contaminación. Estas actividades feminizadas aumentan el riesgo en su salud, educación, economía y bienestar, así como el riesgo de sufrir violencia física o sexual debido a las largas trayectorias que deben realizar para obtener el recurso, que en la mayoría de los casos se encuentra lejana a sus hogares. El tiempo y los recursos que se ocupa impactan directamente en su calidad de vida, las acciones del cuidado del agua tiene un carácter político y social, la inequidad en la gestión del agua genera un problema de justicia social.

Existe una brecha de género que reduce la posibilidad de que las mujeres asuman posiciones de liderazgo en instancias de toma de decisiones en la gestión integral del agua, esta brecha se agudiza aún más si se toma en cuenta la variante etaria, pues las mujeres jóvenes tienen poca o nula capacidad de decisión en estos espacios y por lo tanto una baja representación, casi siempre quedan excluidas de la toma de decisiones y el control de recursos, tienen muy poca participación en las juntas de agua o comités relacionados, y cuando participan quedan en cargos de menor relevancia, lo cual continúa perpetuando el círculo de la pobreza. El rol de las mujeres en la gestión del agua resulta inseparable y pilar fundamental para la garantía de los derechos anexos al recurso como: salud, alimentación, educación, económicos, políticos y a establecer entornos libres de violencia.

Considerando que la pobreza, la inseguridad alimentaria y la degradación del medio ambiente tiene repercusiones negativas especialmente en las mujeres rurales por su desigual condición social, económica, jurídica y política, empoderar a las mujeres usuarias del agua y por lo tanto lograr una gestión efectiva, eficiente y equitativa de los recursos hídricos solo es posible cuando se integre una perspectiva de género dentro de las actividades de planificación en condiciones de igualdad tanto en las consultas previas, como en la gestión e implementación, así como en los servicios relacionados con el manejo del agua. Desde la perspectiva de género, es importante analizar los roles y las tareas de hombres y mujeres, las relaciones entre ellos, el acceso diferenciado y control de los recursos.

Se debe generar políticas en las cuales se considere la diversidad cultural, la compresión de las relaciones sociales, el acceso y disponibilidad del agua, reconocer el rol de la mujer en el manejo del agua y propiciar una mayor participación en los comités y en su administración, no solo ver el recurso desde una perspectiva de ingeniería o hidráulica sino también desde el punto de vista de los derechos humanos, de la igualdad y ecológico.