Al dedicar un número al tema «Cultura y Sociedad» hemos querido saldar las cuentas con una tradición del pensamiento en el país, que en los últimos 20 años se había empecinado en relacionar la cultura con la cuestión nacional, debatiéndose con estéril denuedo en torno a la «identidad nacional» y sacando toda serie de conclusiones sobre la cultura del carácter «inacabado» o «subdesarrollado», «dependiente» o «mestizo» de la nación. Mientras que la constitución de la nación y de las nacionalidades es un fenómeno histórico, y que debe ser entendido históricamente, la cultura es un fenómeno sociológico, propio e inherente a toda sociedad o grupo humano. Y tal distinción en términos analíticos e interpretativos nos parece fundamental para desconstruir un discurso -y desbloquear un pensamiento sobre la cultura que se encontraba atrapado en los espejismos y preocupaciones nacionales.