Haber adoptado como “linea” editorial el Debate ha significado un doble compromiso: recoger por un lado ese debate ya real, más o menos subyacente pero no afrontado, en la escena del país, y hacer de él una edición pública en las páginas de la revista; y por otro, convocar a ese mismo debate a las partes involucradas e interesadas en este mismo objetivo ha supuesto a su vez un intento de confrontar dos versiones de las realidades nacionales, privilegiando esa lectura que los sectores populares y campesinos tienen de los diferentes problemas, su lectura de la sociedad nacional y del Estado a partir de sus propias experiencias y visión del mundo, frente a una lectura más oficial y también de más amplia circulación que propone una versión de lo popular y campesino desde la sociedad y el Estado.