El acto terrorista del 11 de Septiembre del 2001, contra dos símbolos del poder hegemónico de Estados Unidos, significó como lo señala José Sánchez Parga, en su artículo: El nuevo orden antiterrorista mundial, un hecho histórico, un antes y un después, en el orden mundial dominante. Dos años han pasado de este trágico suceso, tiempo en el que también ocurriera la invasión a Irak, como parte de la estrategia preventiva, de “lucha contra el mal”, según la definición del Presidente Bush y sus aliados; tiempo que nos parece pertinente para, superando el asombro, el rechazo, las visiones parcial izadas y simplistas provenientes del espectáculo montado por las cadenas televisivas, incidir en el necesario debate sobre el terrorismo, los terrores, las causas últimas que los producen, la complejidad de sus presupuestos políticos, negándonos a aceptar la despolitización de este fenómeno, muy de antigua data, con lo que se lo criminaliza en el intento de imponer una sola visión, la de guerra es paz, como lo señalara J.M.Tortosaen el artículo publicado en el número 59 de esta Revista. Enrique Krauze, en su conversación con el conocido intelectual norteamericano Paul Kennedy, publicado en el número 55 de la Revista letras libres (México), pone de manifiesto una de las contradicciones presentes en este hecho: “El terrorismo es la guerrilla en la aldea global. Y es que el terrorismo afecta por partida doble: extiende el poder de Estados Unidos y lo aísla a la vez… ”