La cuestión regional, su forma discursiva encarnada en los regionalismos, es tan antiguo como la formación misma de los estados nacionales. Su politización exacerbada ha producido cruentas luchas, en algunos casos amparadas en diferencias étnicas. Asistimos a un momento de reivindicación de lo regional como una aspiración legitimada en las posibilidades, vía la explotación de recursos naturales localmente existentes, de nichos de mercado a lo que se insertaría un determinado producto, normalmente en condición primaria, e incluso bajo la forma de maquiladoras, para alcanzar el tan anhelado y al mismo tiempo tan lejano, desarrollo desde lo local-regional.