La reinstalación de regímenes democráticos cumple un cuarto de siglo en América Latina. Después del entusiasmo inicial, se ha venido instalando pesimismo y desencanto. Los ajustes estructurales, no han resuelto las desigualdades sociales, y frecuentemente las han agudizado, en tales circunstancias, cabe preguntarse sobre la legitimidad que tienen los regímenes democráticos. Toda legitimidad de un orden político, se fundamenta en las creencias que comparten los sujetos visibilizados en la constitución de vínculos de confianza de los ciudadanos con el gobierno. Estas creencias descansan no solo en el ejercicio de derechos electorales y libertades políticas mínimas, sino en la existencia de una comunidad política. Precisamente la fragilidad de las comunidades políticas, resultante de la profundización de las brechas sociales, han originado una creciente deslegitimación de los regímenes políticos.