En el marco de una recesión que se va volviendo crónica, en cierta forma invisibilizada por la “fiebre” importadora, que se revela en el altísimo déficit de la balanza comercial, peligrosamente cubierta por endeudamiento externo; de un vaciamiento de la política, patente en un escenario electoral sin propuestas, que se complejiza por el fracaso del proyecto modernizador, léase privatizador del gobierno, y de su incapacidad para generar procesos de descentralización política y económicamente viables, el país parece acercarse cada vez más, a otras situaciones en América Latina en las que se acrecienta la desconsolidación del sistema democrático.